Hábitat de los lobos

Los lobos son animales muy diversos y en ese sentido habitan en muchas partes del mundo. Contrario a lo que se cree habitualmente, no sólo viven en bosques espesos y ni salen únicamente en las noches. Han sido identificados en muchas áreas, en las que pueden sobrevivir dada su fácil capacidad de adaptación, a pesar de estar considerado como un animal en peligro de extinción.

Algunas especies de lobos sólo viven en los Estados Unidos, en bosques y otras áreas donde los animales de los que pueden alimentarse son abundantes. Otras habitan en las regiones frías del Ártico, donde casi no hay otros animales que sobrevivan allí por las bajas temperaturas, lo cual no es motivo para que ellos no prosperen, alimentándose de presas como osos y alces. Hay lobos que se encuentran en las sierras de Colorado gracias a algunos programas de reintroducción a lo largo de las montañas rocosas, que sido muy exitosos.



Independientemente de la ubicación, estos animales necesitan tener espacio por el que desplazarse a su libre albedrío. La extensión del territorio que consideran su hogar puede ser de 33 a 200 km2, lo cual depende del tipo de lobo, el tamaño de la manada, el alimento con el que cuenten. En invierno su territorio suele ser mayor, pues necesitan recorrer más kilómetros para encontrar alimento.

Investigaciones han hallado especies de lobos que viven a lo largo del hemisferio norte, fuera de hábitats tradicionales, aunque estos grupos no son muy grandes en número. Así, podemos toparnos con lobos a lo largo de llanuras, en los desiertos y sabanas de África, y en los bosques tanto de madera dura como blanda.

Siempre que un hábitat determinado cumpla con las necesidades básicas de los lobos, estos podrán sobrevivir y reproducirse. De no ser así, avanzarán en la búsqueda de un nuevo territorio que sí los satisfaga.


Lobos árticos


La mayoría de los lobos hoy en día habitan en la tundra congelada de Alaska y Canadá. Allí tienen las condiciones para vivir alejados y no ser molestados por humanos y especies indeseadas para ellos, a diferencia de otros hábitats en los que deben lidiar con dichos inconvenientes.

Esto no significa que no se encuentren en peligro debido a la falta de alimentos y a su posible vulnerabilidad frente a cazadores que se encumbran a esos parajes con el objetivo de derribarlos.


Identificación con el hábitat


Los lobos gastan unas 8 o 10 horas al día para desplazarse por sus dominios. Por ello resulta raro que permanezcan en un mismo lugar por mucho tiempo.

Acostumbran a marcar su hábitat con la orina y con marcas de olor provenientes de la glándula de sus colas, lo que informa a otros ejemplares que ese territorio ya ha sido reclamado.

No obstante, a menudo el hábitat de una manada se puede superponer al de otra, lo que no termina en conflictos porque ambas manadas respetan esa zona de riesgo e interés común, a menos que el alimento escasee y el hábitat se reduzca, factores que sí desencadenan la agresividad.



Destrucción del hábitat


Esta es la principal razón de por qué la población de lobos sigue manteniendo una tendencia a la disminución. Los humanos siguen extendiendo sus dominios y apetencias territoriales, ya sea por motivos de habitar o explotar económicamente un territorio, lo que cada vez limita las posibilidades de los lobos y otros muchos animales para vivir cómodamente y garantizarse el alimento necesario.

De ahí que hoy se reporten más casos que antes de lobos atacando a animales domesticados por el hombre. Necesitan una fuente de comida y cuando se les coloca en su territorio o en las cercanías, no son capaces de diferenciar entre eso y lo que les ofrece la naturaleza.

Los lobos tienen una mala reputación de ser destructivos, pero si analizamos objetivamente la situación de su hábitat y como este ha sido dañado y reducido, veremos que el hombre es el principal responsable de que los lobos no estén tranquilos en sus hábitats tradicionales.

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